domingo, 11 de septiembre de 2011

QUE VIENE EL DAWKINS


               Lo peor no es que Dawkins vaya a publicar un nuevo libro, lo peor es que lo haga cuando todavía estamos bajo los efectos de “ El Gran diseño” de Hawking, su homólogo algo más que cacofónico.

                Ambos, como Pixie y Dixie, juegan sucio  desde hace tiempo con el gran gato de la religión a la que golpean constantemente, y de forma cada vez más agresiva; pero a mí ya no me apetece seguir poniendo la otra mejilla. Tenemos derecho a defender no sólo a la religión en general, sino también a la verdadera ciencia.


               Nuestra defensa debe hacerse desde la razón y de manera pacífica, y es más fácil de lo que parece. Es cierto que Pixie y Dixie ejercen una gran influencia en los medios de comunicación y que, desde su aparente  rictus de grave seriedad, que es el que se le supone a dos grandes científicos, les resulte muy fácil golpear con la maza del determinismo y el materialismo y salir corriendo hacia su refugio: una pequeña cabidad en el amplio muro de las interpretaciones que ofrece la realidad conocida y que dispone de otras tan válidas como la suya.

               Hawking parece intocable,  pero no lo es, y sobre todo no debería seguir siéndolo. Su último libro no aporta nada nuevo excepto dos afirmaciones contundentes : que la Filosofía ha muerto porque no ha podido seguir los avances de la Física  y, en segundo lugar,  que el Universo no ha necesitado ningún Dios para ser creado.

               Comenzaremos por esta última afirmación. Para el autor de “ El Gran Diseño” una de las posibles interpretaciones respecto al big bang  podría ser, pero sólo podría ser, que la suma sobre las  probabilidades diseñadas por Feynman permite concluir la aparición espontánea de una multitud de Universos de los cuáles uno de ellos, el nuestro, es aquel en el que se cumplen las condiciones necesarias para la existencia de la vida.

                Hawking afirma que el Universo en el que vivimos es el resultado de un fenómeno cuántico, para cuya existencia no hizo falta la intervención de ninguna voluntad previa. Nos habla de creación espontánea y de esa manera afirma, porque lo afirma, que no hace falta invocar a Dios para poner el Universo en marcha. Pero asimismo, y  para que le cuadre la ecuación, Hawking necesita de una ley “previa” a la que se presupone necesaria antes de ese fenómeno cuántico, y  esa ley es la de la Gravedad.

                 Para que quede claro: la interpretación de Hawking es una de las muchas posibles interpretaciones que pueden deducirse de principios físicos tales como la incertidumbre cuántica o la gravedad cuántica. Hawking piensa que en el vacío cuántico pudo haber fluctuaciones de energía que provocaron la existencia de materia, y esa es una buena conclusión científica. Pero, obviamente, deja la puerta abierta a entender que ese vacío ya existía y la mera posibilidad de esa existencia previa no queda explicada por ningún argumento determinista, ¿ quién posibilitó el vacío?, ¿ porqué se posibilitó que en dicho vacío la energía fluctuase?, ni esta ni otras muchas preguntas pueden responderse y por lo tanto ontológica o epistemológicamente quedan abiertas  múltiples interpretaciones.
        
               El resto del libro es un deficiente resumen sobre los diversos avances científicos de la física moderna en el que por supuesto no se habla de Bell, de Freeman J. Dyson o de  la importancia que, últimamente, está cobrando la idea de la conciencia respecto a la creación de la “realidad”,  o sea que es un resumen deliberadamente incompleto y hecho desde la condescendencia.

               Es muy discutible, y él lo sabe, que se pretenda aislar a la Ley de la Gravedad del inicio de todo presuponiendo que la misma “ ya existía”, única forma de justificar la ausencia de  bordes y el momento “cero” que pretende. Esa es una afirmación estrictamente científica que sería respetable si no fuera porque de ella extrae la conclusión de que Dios no existe, porque : ¿ podría ser que Dios haya creado la Ley de la Gravedad?, en el esquema de Hawking es posible. Incluso sería posible que Dios fuese la Ley de la Gravedad. A mí no me lo parece, pero este tipo de extensiones son las que permite el absurdo en el que incurre Hawking al entrar en un terreno que, sencillamente, no le corresponde.



               En segundo lugar, y como decíamos, se permita afirmar que la filosofía ha muerto. No se entiende cómo y porqué todos los departamentos de todas las Universidades de Filosofía no han salido a la calle a protestar después de esta increíble afirmación toda vez que , ciertamente,  esta Sentencia de muerte es peor que un recorte salarial, es una ablación de su existencia académica, ¿ a qué esperan?, ¿ de qué tienen miedo los filósofos?, ¿ es que no ven que el argumento está hecho desde la metaciencia y se le puede contestar?, Hawking hace filosofía negando a la filosofía, lo cual es una contradicción que debería sonrojarle.

               En cuanto a Dawkins y, a la espera de leer sus nuevas dentelladas, no es difícil suponer que su línea argumental será la del evolucionismo feroz : para Dawkins está clarísimo que Dios no existe,  y lo peor es que para él esa es una conclusión clara del buen entendimiento del evolucionismo. De esta forma cree cumplir con su mesiánica labor de ser el nuevo bull dog de Darwin. Es una pena que Darwin no pueda defenderse de este señor y de la obsesión que algunos tienen por completar su obra, porque al hacerlo trata a Darwin de pusilánime y montado en sus hombros extrae conclusiones que él nunca quiso extraer. Pero Dawking nunca será Huxley, por mucho que lo intente.

               Yo puedo comprender que vivir rodeado de creacionistas y fundamentalistas sea muy duro, y más en los EEUU donde el extremismo de algunas posturas es claramente absurdo, pero esa circunstancia no puede ni debe justificar que dos grandes científicos pierdan el oremus de esta manera, nunca mejor dicho.

               Dawkins se empeña en ignorar que la propia Iglesia hace ya mucho tiempo que admitió la evolución como algo probado científicamente y que los textos religiosos están para ser interpretados y debatidos, algo que la Iglesia siempre ha hecho, con más o menos acierto, pero lo ha hecho. Es cierto que Pio XII en su encíclica Humanis Generis ( 1950), aceptó de mala gana las tesis de Darwin; pero resulta claro y diáfano que Juan Pablo II, en 1.996, declaró que “ se ha demostrado que ( la evolución) es cierta; siempre celebramos la factualidad de la naturaleza y esperamos que se produzcan interesantes discusiones de las implicaciones teológicas”.


               Pero  la necesaria venta de sus libros obliga a Pixie y Dixie a hacer ciencia Nesquick, es decir instantánea, de forma que pretenden ventilar un debate que forma parte de la esencia del ser humano desde el despertar de su consciencia de forma veloz y, sobre todo, bajo una autoridad que, en ese terreno, nadie les ha concedido.

               Yo recomiendo a Pixie y Dixie que lean, por ejemplo,  a Stephen Jay Gould, el cual por cierto es uno de los principales críticos del principio antrópico pero, a la vez, resulta ser un científico honesto porque siempre habló desde la ciencia y cuando no lo hizo, lo dijo claramente,

                Es increíble que Dawkins no se resigne ante la reverencia, inteligencia y sabiduría con la que Gould ( un verdadero científico evolucionista de los EEUU, empedernido y agnóstico militante) siempre interpretó y explicó a Darwin. Mucha gente se sorprendería leyendo al auténtico Darwin y no a sus lobos. De hecho, seis meses después de publicar El origen de las especies y, lo que es más importante en el ámbito de las creencias personales, nueve años después de la muerte de su hija  Annie, Darwin escribió en una preciosa carta dirigida al botánico de Harvad Asa Grey que:

“ Con referencia al punto de vista teológico de la cuestión. Esto siempre es doloroso para mí. Estoy perplejo. No tenía la intención de escribir de forma atea. Pero reconozco que no puedo ver tan claramente como otros hacen, y como me gustaría hacer, indicios de designio y benevolencia a todo nuestro derredor. Me parece que hay mucha miseria en el mundo. Por el contrario, no puedo contentarme  tampoco observando de cualquier modo este maravilloso universo, y en especial la naturaleza del hombre, y llegar a la conclusión de que todo es el resultado de la fuerza bruta. Me inclino por considerar que todo es el resultado de leyes planeadas, y los detalles, sean buenos o malos, se dejan al resultado de lo que podemos llamar casualidad. No es que esta idea me satisfaga totalmente. Siento en sumo grado que todo este asunto es demasiado profundo para el intelecto humano. De la misma manera un perro pudiera especular acerca de la mente de Newton”.



               Este asombro ante el descubrimiento científico, que es el mismo que el propio Schrödinger también manifestó en su troncal ensayo ¿ Qué es la vida?, cuya lectura también recomiendo a Pixie y Dixie, es el mayor ejemplo de honestidad  intelectual que se le puede pedir a un científico. Schröndiger fue uno de los físicos que más y mejor ayudó a la evolución de la mecánica cuántica. Pero su asombro ante, por ejemplo, la imposibilidad de atrapar a la conciencia desde parámetros estrictamente técnicos es otro ejemplo de lo que un científico de verdad debe hacer cuando topa con los límites que no deben rebasarse: opinó haciendo filosofía y aclarando y afirmando que así lo hacía, sin ninguna necesidad de insultarla o negarla.

               Darwin, pues, siempre delimitó con claridad lo que la ciencia puede y debe hacer y aquello que, de otro lado, corresponde a la Religión, y lo hizo desde una postura equilibrada, honesta, y agnóstica, no  hizo proselitismo de ninguna posición atea. Independientemente de que esas “ leyes establecidas” ( por ejemplo la de la Gravedad, según Hawking), sean o no obra de Dios, nunca pretendió que la evolución sirviese para promover el ateísmo ni mantener , o no, un concepto de Dios que casase con la estructura de la naturaleza. Darwin en definitiva tuvo la modestia intelectual que Pixie y Dixie no tienen, cada uno es libre de creer o no en un Dios, pero la ciencia no debería servir para afirmar o no su existencia.



               A esta necesaria separación entre ciencia y religión dedicó Gould un precioso y preciso libro, como todos los suyos, llamado “ Ciencia versus Religión”, en el que intenta alentar esa división respetuosa entre ambos magisterios bajo lo que denominó el principio MANS .

               MANS  viene a ser una necesaria delimitación entre la ciencia y la religión,  como actividades humanas que no son ni complementarias ni se ejercitan sobre los mismos elementos: la ciencia sirve para describir e intentar explicar la construcción factual de la naturaleza, y la religión  debe operar sólo en el reino igualmente importante de los fines, lo significados , las interpretaciones y los valores humanos.

               Seamos claros, Gould defendía esta separación respetuosa para que ciencia y religión pudiesen convivir sin mezclarse. Tan absurdo es que Dawkins, como científico, deduzca que Dios no existe como que se afirme hoy día, con la misma seguridad, que Dios hizo a la mujer de una costilla de Adán.

               Desde que la ciencia comenzó a descubrir que muchas de las históricas afirmaciones y creencias de las religiones eran incompatibles con la realidad factual que se iba conociendo es verdad que la religión se encuentra en un constante contrapié. Pero ni es cierto que todo esté tan claro ni es cierto que sólo la religión haya ido rectificando, y si no que se lo pregunten ( si fuese posible) a Tales de Mileto, considerado el abuelo de la filosofía y ciencia griegas, el cual seiscientos años antes de Cristo afirmaba que los imanes tenían alma porque movían el hierro. Sé que a Hawking no le gustará pero, afortunadamente, premisas como las del realismo dependiente del modelo o la ausencia de bordes son afirmaciones del mismo tenor que las de Tales de Mileto: en su contexto histórico y científico pueden, o no, ser ciertas, es bueno hacerlas y debatirlas, pero sin extraer conclusiones que exceden del ámbito científico.

               Sin duda el ser humano ha evolucionado en el aspecto científico pero sus errores, sus cambios de estrategia y sus aciertos no pueden nunca pretender extenderse a un terreno en el que, sobre todo, se trata de convencimientos subjetivos, singulares e íntimos, respecto a cuestiones que la ciencia no puede resolver. Tanto la ciencia como la religión ( o la filosofía) tienen derecho, cada una en su terreno, a evolucionar y rectificar sin que la esencia del porqué de su  existencia se vea alterada por ello.  Es verdad que en nombre de la religión se han cometido actos atroces pero estoy seguro de que Hawking no se siente, como físico, responsable de la bomba de Hiroshima o Nagasaki, o al menos se encuentra tan distanciado de esos hechos como yo mismo de la Santa Inquisición.

               Darwin siempre se mostró moralmente conmocionado por sus propios descubrimientos, pero nunca intentó buscar propósitos morales o significados últimos en los hechos objetivos que desveló, y que ayudó a desvelar. En cambio Pixie y Dixie nos quieren convencer sobre cuestiones morales franqueando un límite que Darwin nunca quiso traspasar.

               Si se quiere entrar en el orden moral entonces es mejor reconocerlo como por ejemplo siempre ha hecho Freeman J. Dyson, para el cual este terreno es efectivamente metacientífico. Para Dyson ( un científico honesto) Dios crece con el ser humano y  en eso coincide con las tesis de Socino.  De esta forma, por ejemplo, se puede entender y discutir sobre el principio antrópico como algo que genera múltiples ideas y proyecciones filosóficas que no se pretenden científicas, pero sí son legítimas, porque se reconocen como tales y se asume que su fundamento respeta a MANS. Dyson no golpea y se va corriendo, repito, es honesto.

               Por lo tanto, cuando leamos ( porque hay que leerlo) el próximo libro de Dawkins, hagámoslo bajo la idea de que, finalmente, sus afirmaciones son las de unos científicos que sólo están  perjudicando a la ciencia, no al sentimiento religioso respecto al cual el hombre se interroga y tiene derecho a seguir interrogándose, ese es un terreno que no depende de los ladridos de nadie, afortunadamente.

               Así que tranquilos, podemos defendernos cara a cara con Dawkins, incluso a cara de perro, pero será el mismo que menciona Darwin.






              



              

2 comentarios:

  1. Hola, ¡magnífico blog! Sólo quería decirte que en algunos puntos has escrito "Darwing", con g al final (seguramente porque en el mismo sitio estás hablando también de Hawking, a mí me pasa a menudo :-), añado la g de Hawking o la s de Dawkins, es curioso que los tres apellidos tengan tantas letras en común jaja), esto, por supuesto, es un error ortográfico sin ninguna importancia, pero es el típico error que usan los ateos cuando quieren desacreditar un buen texto, como este tuyo, que no pueden refutar de otra forma.

    Te enlazo a mi blog, con tu permiso. Sigue así! Un abrazo fuerte.
    Ana


    http://frasesdedios.blogspot.com.es

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    1. ok Ana, en cuanto pueda borraré las g de Darwing, digo Darwin ;-), gracias y ya me daré una vuelta por tu blog. Saludos

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