sábado, 15 de marzo de 2014

MATERIA OSCURA Y EVOLUCIÓN



La materia oscura sólo se hace evidente hoy día, y con los medios técnicos disponibles, por la indudable interacción gravitatoria que provoca sobre la totalidad de los cuerpos celestes que conocemos.


Sólo el 5% de la densidad del Universo (inferido de los efectos gravitacionales) se puede observar directamente. Se estima que en torno al 23% del Universo está compuesto de materia oscura. El 72% restante se supone que es otro componente asimismo desconocido al que se le denomina energía oscura, se trata de un elemento que al parecer provoca la expansión acelerada del propio Uiverso. 

Es decir, en la actualidad el ser humano sólo puede "observar" y por lo tanto comprender el 5% de la densidad del Universo.

Hay muchas teorías sobre la naturaleza de la materia oscura. Quizás la conclusión más honesta en estos momentos sea el afirmar que, sencillamente, no tenemos ni idea de lo que es, ni de lo que está compuesta.

Lo único que podemos decir con seguridad respecto a la materia oscura es que existe, pero no sabemos lo que es.

En cierto sentido es lo mismo que, por ejemplo, debe sentir un chimpancé respecto al sol, sabe que existe pero no tiene ni idea de lo que es.

El hecho de que se denomine materia oscura supone un juego de palabras peligroso. Es oscura para nosotros aunque no tiene porque ser oscura, y suponemos que es materia porque al provocar efecto gravitatorio pensamos, indiciariamente, que debe tener peso y masa pero, en realidad, y como ya hemos dicho, no tenemos ni la más remota idea de lo que es.



  El misterio es tan absoluto que seguramente el ser humano deberá seguir investigando asumiendo que no será desvelado de forma rápida. Tanto la materia como la energía oscura son retos científicos de muy difícil acceso en la actualidad.

No sería extraño que estas dos cuestiones se solucionen en el futuro cuando existan entidades individuales, parecidas a los actuales seres humanos, que combinen nuestros recursos biológicos con los de la tecnología existente en ese momento. La evolución de la biónica y de la inteligencia artificial sin duda permitirán que esos seres no sólo descubran el misterio sino que lo "aprovechen" para su propia existencia.

Esa combinación, y la subsiguiente generación de seres con mayores capacidades, podrá aplicarse a muchos otras preguntas que derivan de la física cuántica, y que hoy día tampoco comprendemos.

No afirmamos que no deba investigarse en este momento, al contrario, precisamente de la investigación actual nacerán las futuras soluciones pero, como uno puede perfectamente comprobar con un somero análisis de las dudas más profundas de la ciencia actual, la principal limitación que padecemos es sobre todo “técnica” y seguramente deriva del “modo de aproximación mental “a los problemas.

Una aproximación que deriva, obviamente, de nuestros límites culturales, morales, espirituales, físicos y biológicos pero que, en breve, serán superados por la evolución tecnológica y su segura imbricación con los cuerpos de los seres humanos. Ello ampliará enormemente sus capacidades y generará una nueva “evolución”.

¿ Cómo era el Universo para la primera célula que existió?.

Seguramente, si hubiese podido tener la oportunidad de realizar esa reflexión, su conclusión hubiese sido que excepto las reacciones químico-eléctricas que permitían su desarrollo, excepto el entorno de sustancias que la hicieron nacer y perpetuarse, excepto su propia e inicialmente frágil estructura, lo demás era materia oscura.

¿ Cómo era el Universo para el homo erectus?.

Seguramente, si hubiese podido tener la oportunidad de realizar esa reflexión, su conclusión hubiese sido que excepto el espacio en el que habitaba, el entorno que disfrutaba o padecía, la comida que comía, los animales, plantas,  montañas , útiles, agua y demás elementos vitales y sociales que compartía con sus compañeros, todo lo demás, incluido el sol y las estrellas, no eran sino materia oscura.

¿ Cómo es el Universo, hoy día, para una hormiga?.

Seguramente, si pudiese hacer esa reflexión, coincidiríamos con ella en que su reducido ( en comparación con el nuestro) espacio vital es lo que conoce y le permite subsistir pero, el resto, el resto no es más que materia oscura para ella.



Y así podríamos continuar en una sucesión de ejemplos perfectamente ciertos y comprobables.

¿ Porqué el ser humano actual debe considerarse fuera de este listado de ejemplos?.

Es seguro que la respuesta tiene que ver, precisamente, con el hecho de que nosotros sí podemos hacernos esa pregunta, y eso es  lo que motivará que evolucionemos para poder responderla.

Al igual que homo erectus, que seguro se hizo preguntas en consonancia con su momento y realidad, nosotros nos las hacemos motivando nuestro progreso y empujando la evolución.

Nuestras limitaciones físicas son conocidas, y si accedemos a más conocimiento de la realidad que nos rodea, si acertamos a describir un poco mejor nuestro entorno, es gracias a la tecnología que, condicionada también por nuestra manera de ver y entender la realidad, nos ayuda en ese constante objetivo.

Pero no deberíamos desvalorizar la posibilidad de que no vayamos a ser nosotros, como especie, quienes desvelemos del todo los retos científicos que ahora mismo existen o se atisban.

Además, seguramente deberíamos aceptar que nuestros misterios se nos plantean en proporción directa a nuestras limitaciones sensoriales y tecnológicas pero que, seguramente, tampoco agotan todos los retos que en el futuro deberán desvelarse por las especies que nos sucedan. Ellos tendrán los suyos porque el Universo planteará nuevas cuestiones que “estirarán” de nuevo la evolución de la vida.

En efecto, el Universo es tan inmenso y tan basto porque nuestra existencia necesita esa configuración concreta, estamos aquí porque todo es así y no de otra forma en este momento, pero en el futuro los seres que contemplen un cielo estrellado no lo verán como nosotros.

No sería la primera vez que la evolución de la vida combina elementos.

Nuestra propia estructura física desciende del uso de producción eléctrica, la cual a su vez deriva de las mitocondrias, elemento "adherido" a la inicial formulación de la célula procariota.

De hecho, el paso desde la célula procariota a la eucariota fue, sobre todo, una combinación de elementos que en principio existieron de forma separada. Nuestro cuerpo sigue siendo un compendio, fundamentalmente, de millones de bacterias que "viven con nosotros" y de las que somos deudores, su existencia permite nuestra existencia. La forma en que nuestros cuerpos han evolucionado no puede explicarse sin entender que es, ante todo y en la escala más nimia, una mezcla de muchos elementos previamente independientes.



Si se acepta lo anterior y se asume que el concepto de tiempo es sólo relativo ( nos preocupa a nosotros, pero no a la "vida"), si se asume que la mezcla de la tecnología y la biología creará seres distintos, con enormes y profundas posibilidades de comprensión y análisis, entonces la pregunta podría ser:

¿ Como será el Universo para las especies racionales del futuro?.

Seguramente seguirán haciéndose esa pregunta en el seno de un Universo “ hecho a su medida”. Es decir, con nuestras preguntas más básicas sin duda ya resueltas pero afrontando otras distintas, otras que ahora no podemos imaginar pero que sin duda existirán.

Así, en el futuro, las especies vivas racionales seguramente habrán comprendido la materia oscura, convivirán con ella e incluso puede que la utilicen para su subsistencia pero es seguro que, al mismo tiempo, se generarán nuevas preguntas que facilitarán la evolución de esos nuevos seres hacia otros distintos que, en un bucle interminable, recorrerán idéntico camino.

Esa es la razón por la que el Universo se nos aparece tan enorme y basto, está esperando la llegada de entidades que lo "utilicen" después de comprenderlo.


 Es lo mismo que le ocurre a una hormiga cuando recorre un campo de fútbol; ella no sabe para lo que sirve, ni sus dimensiones, y antes de poder investigarlo con sus pequeñas posibilidades físicas fallece, ajena a los jugadores, a las reglas del juego, y a la belleza de algunos goles.

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